CAPITALIZANDO DESDE LA NEGRITUD
- yvonnedenisrosario
- 17 abr 2023
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Reflexionaba con mis afectos sobre el fin del Decenio de los Afrodescendientes en el 2024. Han pasado varios años en los que mucha gente se ha incorporado en apoyo a esta Resolución de la UNESCO. En el proceso, no se han hecho esperar los que promulgan su afro descendencia por vez primera, porque se es no solo desde la piel, sino desde el ser. Así lo han expresado grupos que llevan mucho tiempo haciendo trabajo antirracista y en defensa de los derechos de equidad y justicia. Mucha gente se ha unido a demostrar su pensamiento antirracista, apoyando gestas, eventos culturales y académicos.
No se trata de un asunto genético o de linaje. El debate sobre la raza, propiamente dicho, es inútil. Deberíamos aprovechar en su lugar, apoyando, reparando o compensar a quiénes por siglos han sido privados de sus derechos y de una justa representación en muchos espacios. Por eso, los tiempos nos han confrontado con la importancia de eliminar toda carga, palabra o acto que proponga la exclusión, tal y como lo era en su época el calificativo negroide que se utilizaba desde un supuesto pensamiento antropológico para identificar a la “raza” negra y marginarla. Igualmente, la utilización preferida del término esclavizados en vez de esclavos. Porque en efecto, esos que se han pensado como esclavos, no tenían voz, ni voto, y eran categorizados como objetos, no sujetos. Ahora, la constitución, las leyes, los reglamentos y las resoluciones legislativas del momento dan cuenta de la importancia de reconocer y respetar a los sujetes de manera inclusiva.
Sin embargo, en la práctica y en la mente de muchas personas, el espectro de la esclavitud queda alojado en los actos y maneras en que se asumen posturas que pretenden poner en su sitio a quiénes disienten. El aparato institucional y mediático violenta, agrede, azota y quema con su carimbo del racismo a quiénes ellos entienden, no deben decir nada y mantenerse callados y silenciados. Una vez más, la historia regresa cuando sale como un monstruo el racismo contra los que presumen deben bajar la cabeza, y no pueden objetar, porque en esas mentes el germen del racismo permea y no se percatan o lo ignoran de adrede. Una esperaría que quiénes han capitalizado con el tema de los afrodescendientes, sean justamente los que deben de tener en cuenta no repetir esa historia. Ser antirracista es evitar el linchamiento, no provocarlo. No son fundamentalismos. Se trata del comercio de seres humanos que dejó y mantiene en el ideario una condición del sujeto negro en precarias condiciones sociales, emocionales y económicas. Y hasta determina cómo y cuándo expresarse.
Hace unas semanas nos visitaron dos académicos españoles para hablar de un texto titulado Mamá Mandinga entre África y el Caribe, escrito a dos manos por Chelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper. Un diseño hermoso de ilustraciones de Ulises González Silva dignas del legado histórico de los negros en el Caribe. Refleja un trasfondo histórico hasta la contemporaneidad. Lo más que me sorprendió, no fue el hermoso libro debidamente auspiciado y subvencionado, sino el respeto con el que los autores se acercan al tema de los afrodescendientes, reconociendo que su España no ha sido capaz de reconocer su participación en la travesía intermedia. Y que ellos siendo evidentemente blancos por su color de piel, reparaban, reconocían, remuneraban a los descendientes de los esclavizados dignificando en las historias su importancia. Me sorprendió la humildad con la cual expresaban a los estudiantes que era meritorio y justo desde su privilegio ceder ese protagonismo.
Es evidente que igual que ellos, muchos otros han utilizado el tema de los afrodescendientes para capitalizar, pero las diferencias muy significativas tienen que ver con los privilegios obtenidos y no reconocidos. No se puede hablar de negros, excluyendo a los propios negros, y mucho menos creando una ola de odio y racismo con los propios negros que desde su historia, surten las arcas de otros. Hace tiempo que percibo ese afán de la negritud, y muchos en el poder como siempre lo han tenido, manejan la caja fuerte con celo y de sus bolsillos sacan monedas, como limosnas, para calmar a los hambrientos. Vuelvo a cuestionarme cuán antirracistas realmente somos. Porque hay una diferencia entre ser antirracista y ser no racista. ¿En qué posición estamos? Cómo es que abrazamos la afro descendencia a conveniencia, porque genera, y cuando no estamos de acuerdo hablamos de las tres razas, que no existen, para unirnos y callar. No quiero aliados a mi lado si no pueden respetar las diferencias, no importa la trayectoria que tengan. Nadie parece percibir que de repente resurge el hacendado que tuvo sus esclavos, y que todavía piensa que los esclavos deben callar ante él e igualmente reaparecen los mayorales. El personaje del negro sumiso en la película Django. Lo que diga el Amo, eso es y no se contradice. No puede haber paz, si no hay justicia y si no se reparan los daños pasados y presentes.
Resulta que, desde la Academia, se cuece un pensamiento crítico antirracista, porque esos estudiantes que sus padres y abuelos no les hablaban del racismo, y mucho menos en sus edades primarias, tendrán el conocimiento para entender de qué estamos hablando. Estas nuevas generaciones, recibieron y reciben cargas racistas de sus familiares, y lo saben. Muchos reconocen su privilegio de estudiar en una universidad que quizás no sea tan accesible para muchos. Por lo tanto, en sus manos está el futuro. El racismo es personal e institucional y hay que saber reconocerlo. Da cuenta de esfuerzos la creación de una Concentración menor en estudios sobre Afrodescendencia bajo el liderazgo cabal de la Dra. Doris Quiñones, al cabo de 120 años de fundada la UPRRP. Y vale la pena considerar otras gestas con ese fin, programas, subvenciones, congresos con el propósito de educarnos desde esas tres razas que se proclaman.
Escuché una letra de Bomba, muy interesante desde Instagram en la cuenta de enmipatiopr, fascinante: “Yo soy cimarrón, yo no tengo mayoral. No tengo mayoral porque yo soy Cimarrón.” Una mujer la bailaba, no negra, de tez clara, mulata, mestiza….
Ni ella, ni muchos tenemos mayorales, porque somos cimarronas, y la mejor forma de combatir es con el machete, su lengua pulida y su empuñadura sigue vigente. Al menos yo, desde mis letras no guardaré silencio. Sigo reclamando y exigiendo reparación.



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